Iglesias cristianas en elecciones

Incluso muchas iglesias en diferentes aspectos abandonan el evangelio para los inconversos levantando las banderas a candidatos seudoreligiosos. Son pocas las iglesias cristianas que recuerdan en sus sermones que en elecciones estamos para bendecir a todos los candidatos y ciudadanos, independiente de sus convicción políticas, para llevar así la luz de Cristo Jesús.

Evaluacion Cristiana

6/10/20214 min read

Además de convulsionadas, las jornadas proselitistas y democráticas tienen un delicado componente discriminatorio cuando gran parte de nuestras iglesias cristianas, como se ha observado en la historia de la humanidad, prefieren adoptar posición política para asegurarse para sí y sus comunidades un supuesto “bienestar” para esta vida terrenal. En dichos momentos muchas de ellas dejan de lado la misión eterna de la salvación para aquellos que piensan diferente a nosotros como cristianos para confrontarlos desde lo político y haciéndolos sus rivales en la esfera política.

Incluso muchas iglesias en diferentes aspectos abandonan el evangelio para los inconversos levantando las banderas a candidatos seudoreligiosos. Son pocas las iglesias cristianas que recuerdan en sus sermones que en elecciones estamos para bendecir a todos los candidatos y ciudadanos, independiente de sus convicción políticas, para llevar así la luz de Cristo Jesús.

Son épocas hostiles con los recién convertidos, incrédulos incluso con los débiles en la fe, quienes llegan a las iglesias para acercarse a ese Dios de amor que muchas veces no conocen, incluso cuando desde sus espíritus buscan oír de su salvación eterna.

También son épocas brillantes para las corrientes fariseas cristianas que se levantan posando de virtuosas ante los demás. Posando de ser mejores ante los incrédulos desde la soberbia de la religiosidad, y que los hace levantar la Biblia para enrostrar la ley y el pecado del mundo, incluso a los que no la conocen, como lo hace el mismo Satanás para acusar y condenar al pecador. Olvidan que los cristianos somos santos, perdonados, salvos, hijos, pero no mejores que los incrédulos, dice la palabra de Dios.

A estas corrientes cristianas su ignorancia les hace creer que alguien se puede convertir desde el miedo y no desde el Espíritu, como si fuera poco creen que el poder civil facilita la labor evangelizadora. Nunca un argumento bíblico ha convertido a nadie, porque toda la gloria de un recién nacido es para el Señor, su amor y su Espíritu, quienes son los únicos capaces de abrir los ojos a la Salvación. Porque nunca un puñado de religiosos gritando "pecado, pecado", desde el proselitismo de la política, ni muchos menos desde el poder civil, podrán salvar a nadie ni ganar a alguno para Cristo. El poder civil tampoco nunca convertirá a nadie, solo Dios y su amor. ¿Por qué nos cuesta tanto entender eso?

Muchos justifican la necesidad de llevar juicio al mundo con base en el libro de Jonás olvidando que Nínive fue confrontada por Dios a través de Jonás porque ellos conocían principios de la ley de Dios y el arrepentimiento como eran el cilicio y el ayuno. No eran incrédulos. Conocían la necesidad de volver Dios, porque antes habían sido instruidos en la Palabra.

En épocas electorales se olvida cómo se llega a Jesús y que indudablemente no fue después de ver a un cristiano religioso enrostrándonos en la calle nuestro pecado. Esto no invalida la necesidad de la labor evangelizadora en plaza pública la cual es necesaria para algunos hijos pródigos que ya conocían la Palabra.

Porque la confrontación con la ley es para nosotros, su iglesia, como lo hizo Jesús, sus profetas y los apóstoles con su propio pueblo. Desde Génesis hasta el Apocalipsis, vemos que la confrontación con el pecado la hace el Señor primeramente con sus hijos, con su pueblo, es decir aquellos que conocen. Al mundo, que ya está bajo juicio, se debe llevar es el amor y la salvación del Señor. A ellos las buenas nuevas, nos recuerda Cristo Jesús.

Las iglesias como instituciones humanas en política olvidan que a los incrédulos y muertos espirituales debemos llevar es el amor de Dios. Luego conocerán la ley y su pecado, no al revés como Satanás lo hace cuando nos lleva a juzgar al pecador y no a amarlo. Primero es la salida de Egipto por la sangre del Cordero, por su misericordia; luego en el desierto la ley, o ¿acaso los israelitas primero se arrepintieron de sus pecados o conocieron la ley cuando salieron de Egipto?, claro que no.

Muchas iglesias, en gran número, han sucumbido a la idea de convertir desde el poder civil (esto siempre ha ocurrido desde la misma Reforma), pero la estrategia del voz a voz no ha cambiado, ni cambiará porque de lo contrario estaríamos ante ‘propaganda’ y ante la búsqueda de la conversión desde la fuerza de la autoridad, como los tiranos lo han hecho en toda la historia en diferentes adoctrinamientos.

Triste, pero por esa actitud farisea muchos incrédulos y recién convertidos son esparcidos y odiosamente repelidos de la cruz por movimientos político-religiosos sectarios que los discriminaban con asuntos de esta vida como la política, olvidando desde nuestra propia ignorancia farisea, que esos asuntos de justicia humana y política son basura al lado del conocimiento de Cristo, su salvación y la eternidad. Basura es la forma de calificar todo aquello que sea conocimiento humano y cumplimiento de la ley sin Cristo Jesús y su Espíritu, como nos lo recuerda la Palabra en Filipenses 3:1-10.

¿Qué aprendemos de Pablo y los demás apóstoles sobre el evangelio? Porque estos últimos llevaron el evangelio sin política ni rebelión contra el sistema babilónico, en ese entonces romano, que aún nos rige. Porque la batalla es espiritual. Cuando oímos esas corrientes y doctrinas interpretativas que promueven un evangelio que desea enconadamente el poder civil por encima de las personas de otras vertientes que necesitan en su espíritu oír de Cristo ¿estamos ante un nuevo evangelio que desconoció la iglesia primitiva?

Porque incluso nosotros nos debemos cuidar de nosotros mismos, dice la palabra, si planteamos otro tipo de evangelio.

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo." Gálatas 1:8-11 (RVR1960)

Lo anterior sin perjuicio de que algunos cristianos o pastores con “nuevos llamados” puedan hacer política desde su esfera personal para buscar “bienestar social”, pero nunca lo podrán hacer institucionalmente como Iglesia sin afectar la salvación eterna de muchos, y quienes casi siempre terminan odiándonos.